Antes de empezar la búsqueda del embarazo, desconocía muchísimas cosas de nuestro ciclo menstrual

Pero una de las primeras cosas de las que me enteré fue, de que no solo teníamos óvulos sino también folículos; ¡qué mal suena por cierto el nombrecito!
Y cuántas veces lo llegamos a nombrar luego ¿verdad?: “Me han visto tantos folis, mis folis son de tal tamaño…
¿Cuántos folis tendré?”… suma y sigue…

 

El Recuento de Folículos Antrales (RFA) se realiza por ecografía vaginal entre el día 2 y 5 de la regla (sí chicas, con todo el “pastel”).

Cada folículo contiene en su interior un ovocito, que si llega a madurar se convertirá en un óvulo. Las medidas de los folículos en este momento suelen ser de 2 mm a 9 mm aproximadamente.

El conocer la cantidad de folículos antrales aporta una importantísima información sobre nuestra reserva ovárica.

Según algunos médicos si se aprecian entre 10 y 20 en total, tenemos una reserva ovárica normal; pero muchos especialistas de Reproducción Asistida “bajan un poco el listón” y catalogan de baja reserva ovárica a la paciente con 6 folis antrales o menos.

Éste fue mi caso antes de empezar mi último tratamiento. Me vieron justo 3 folículos en cada ovario y mis valores hormonales fueron de 10 en la FSH y 1 en la AMH (hormona antimüllerina).

Mi doctora me informó que ya tenía baja reserva ovárica, algo habitual a mis (entonces) 39 años. Justo 5 años antes, tenía una reserva ovárica normal con 12-14 folículos.

A pesar del pronóstico poco optimista respondí muy bien a la estimulación ovárica, y conseguí 8 embriones. ¡Que no estaba nada mal para mis valores y mis 40 añazos!

Por desgracia a partir de ahí finalizó mi suerte y ninguno de mis chiquitines pasó la DGP. Pero esto, tal como se dice normalmente, ya es otra historia…

 

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida

Unos meses después conseguí mi asombroso embarazo natural. Asombroso no solo por la baja reserva, ya que a pesar de ser baja no era nada “desastrosa” (y esto sí que no me lo aclararon en la clínica); sino por ser mi primer embarazo natural en 12 años (y más de 6 después del nacimiento de mi hijo el mayor) ¡qué se dice pronto!.

 

 

Un año después de nacer mi milagrito, llamado Merlín por el ginecólogo que me hizo la primera eco para confirmar que estaba embarazada, y que no tenía algún tipo de tumor “raro” (tal y como yo creía); fui a la revisión ginecológica.

Para mi sorpresa y la de mi gine tenía 10 folículos antrales. Cuando lo pienso ni me lo creo, la verdad.

¡Mi reserva ovárica había aumentado 3 años después! A ver cómo estoy en la revisión de este año (en cuanto la haga, os lo chivo, por supuesto).

Todo esto os lo comento para que tengáis en cuenta varias cosas: la primera de todas es que es importantísimo que conozcáis vuestro RFA; y otra que este número puede variar de un ciclo a otro.

 

No es fijo, hay meses mejores y otros peores

igual que hay ciclos de estimulación que van mejor que otros, aun con la misma medicación.

Pero también debemos tener en cuenta que esta variación no suele ser muy exagerada, es decir, si nos ven sólo 3 folis no van a “aparecer” de golpe 5 más en el próximo ciclo.

Me refiero siempre a ciclos naturales, sin ninguna intervención médica; a no ser que esos 3 no fuesen vuestro valor real. Muchos factores pueden influir tanto en nuestra ovulación como en los folículos antrales que reclutan nuestros ovarios cada mes (alimentación, estrés, descanso, etc.)

Después de aprender todo esto, mi curiosidad me llevó a investigar todavía más sobre los folículos. Según leí y me explicaron todos los especialistas a los que les pregunté, todas nosotras nacemos con un número fijo de folículos (los llamados primordiales).

Estos folículos primordiales están en reposo en nuestros ovarios hasta la pubertad, cuando “despiertan” por efecto de los cambios hormonales. A partir de este momento pasan por diferentes fases hasta convertirse en los folículos antrales, de los que hemos hablado antes.

Esta transformación, tiene una duración aproximada de 200 días (aunque no se sabe con seguridad).

 

 

¡No me digáis que esto no es increíble!

Cada día tenemos la maravillosa oportunidad de hacer todo lo posible, para ayudar a nuestros folículos en desarrollo para que un mayor número de ellos, y de la mejor calidad posible; llegue a convertirse en uno antral.

Evidentemente una parte importante de estos cambios se “escapan” por completo a nuestro control, pero aun así podemos contribuir, mucho más de lo que creemos; a conseguir un aumento tanto de la calidad como de la cantidad de nuestros folículos.

Yo llegué a esta alocada conclusión después de todo lo que viví, de todos los cambios de mi cuerpo y del maravilloso resultado que obtuve, pero para no sentirme tan “chalada”, pasé horas y horas investigando hasta que fui encontrando artículos de ginecólogos que estaban en contra de la teoría tradicional sobre nuestra reserva ovárica.

Cada vez más especialistas defienden la idea de que nuestra fertilidad no desciende al ir disminuyendo nuestra reserva de folículos, (tened en cuenta que solo el 1% de los folículos primordiales con los que nacemos acabarán desarrollándose).

Ni que, con los años, al ir gastando esta reserva, cada vez van quedando menos; sino que el ovario no pierde la capacidad de generar nuevos folículos. Que la generación de los futuros óvulos, cesa por el propio envejecimiento del ovario; (dando lugar a la menopausia), y no porque ya los hayamos utilizados todos.

 

No debemos olvidar que nuestros ovarios son otros órganos más de nuestro cuerpo

y que, como el resto de los que tenemos, van (desgraciadamente) sufriendo una degradación celular y funcional con los años.

Para saber más de algunas de estas novedosas y esperanzadoras investigaciones os dejo este enlace sobre el rejuvenecimiento ovárico .

Nadie duda de que no todo el mundo envejece igual, y no solo por fuera sino también por dentro, claro.

Igual que cada vez somos más conscientes de que, nos mantendremos mejor durante más tiempo, (más sanos y vitales) mientras más nos cuidemos; ¿Por qué no aplicamos esta misma idea a nuestro aparato reproductor?

¿Por qué tenemos la extraña costumbre de tratarlo como a una parte independiente de nuestro organismo?

Nuestro cuerpo es una máquina perfecta, que bien cuidada puede funcionar mejor y, con suerte, durante más tiempo.

¿No creéis que merece la pena intentarlo?

No perdemos nada y ¡podemos ganar tanto! Empezando por nuestra salud, sin duda.

¡A por todas, luchadoras!